23 sept 2008

Los relatos cortos de Osamu Tezuka




Osamu Tezuka
Bajo el aire. 326 págs.


Aprovecho la excusa que me brinda la edición 2008 del Salón del Manga de Barcelona, que se celebrará del 27 al 29 de octubre en la Farga de Hospitalet, para aproximarme a algunos de los autores de cómic japonés que se están prodigando últimamente por las librerías españolas. Seguiré mi dinámica habitual, la de ir picoteando según me soplen los vientos, e intentaré reseñar unas pocas de las obras que me caigan en gracia con la intención de ofreceros, si no una panorámica general, al menos una visión personal desde hoy hasta el momento del certamen. Cuando esto suceda, buscaré de aproximarme a la Farga y trasladaros mi impresión de una forma u otra, veremos cuál (aquí, mi nueva cámara de video puede que tenga algo que decir al respecto).
Como es de bien nacidos respetar la memoria de nuestros viejos, empiezo por enjuiciar un volumen recientemente publicado del padre del manga Osamu Tezuka. Se trata de Bajo el aire, un compendio de relatos cortos editado por Dolmen y que fueron publicados originalmente en la revista japonesa Akita Shoten entre los años 1968 y 1970. Son un total de dieciséis cuentos en blanco y negro que se leen del revés, como mandan los cánones nipones, y que nos muestran al Tezuka más adulto, que deja aparcado por esta vez a Astroboy. La ambientación de cada una de las historias divaga entre lo más variado: el Far West, la ciencia ficción espacial, la segunda guerra mundial, la anécdota personal, etc. pero en todos los casos la narración se ajusta al lenguaje tradicional reservado al cuento corto, donde se arriesga la mayor parte del efecto al giro final. Esto, sin embargo, no desmerece la mayoría de los relatos, pues Tezuka es realmente ingenioso en todos sus guiones y además, desde el inicio, nos habitúa a que no confiemos demasiado en su benevolencia, pues los personajes a los que hemos tomado más cariño pueden transformarse en seres perversos o deleznables, o sencillamente caer en manos de personas sin escrúpulos ni moral que harán con ellos lo peor que se les antoje. Lo que quiere mostrarnos Tezuka en algunos relatos es la indeterminación de la identidad humana, su carácter cambiante según se tuerzan las circunstancias: el asesino que sacrifica su vida para salvar a un niño, el vengador que perdona a su víctima; en otros, es el amor incondicional, hasta las últimas consecuencias, el que motiva el cuento: los hermanos enamorados que viven su relación clandestinamente, la mujer-gato que se mantiene junto a su marido aun presintiendo el terrible futuro que les espera, la pareja de jóvenes que sobreviven en un planeta sin vida, el amor aparentemente imposible entre la robot y el astronauta; y en los menos, únicamente el relato de misterio, aderezado siempre con una gran tensión narrativa. En general, la mayor parte de los cuentos está recorrido por una moral del tipo “el que la hace la paga”, que Tezuka aprendió seguramente de su tan admirado Walt Disney, y que tiende a lastrar algunos de los relatos, sospechosamente moralizantes. Lo mejor, sin duda, el dibujo carismático con personajes llenos de fuerza en un universo, el del manga, donde la constante es el cromo serializado hasta la náusea, y el buen provecho que le saca a su dibujo infantil y divertido para mostrarnos escenas terribles que de otra forma resultarían más turbadoras. Esto último es lo que siempre me ha atraído más de Tezuka, en una viñeta un personaje mata a otro y en la siguiente éste pone una cara de lo más graciosa y te deja con un palmo de narices. En general, Tezuka no permite que te dejes llevar por la tragedia de los hechos, siempre te rescata con una pallasada o deja una puerta abierta a la esperanza. Tezuka, además, tiene la virtud de la brevedad (sólo al alcance de unos pocos privilegiados), en dos trazos te cuenta una historia o dibuja el carácter de un personaje. Bien harían buena parte de los actuales dibujantes de manga en poner más atención a la herencia de sus mayores y, en particular, al magnífico Osamu Tezuka.
Por cierto, el autor protagoniza dos de los relatos, que presume son autobiográficos. Y para que veáis la fidelidad con la que se dibujaba a sí mismo os dejo un escaneado.
Éste es un buen momento para los que disfrutamos con el manga clásico, pues varias editoriales, aprovechando el tirón actual del cómic, se han arriesgado con Osamu Tezuka y están sacando en español lo mejor de su obra. Para los que queráis profundizar un poco en el autor, os recomiendo el monográfico que ha publicado la editorial Sin Sentido en su colección dedicada a los grandes autores de cómic de todos los tiempos.

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