6 may 2010

Descansa en paz. John Ajvide Linkvist





Descansa en paz
John Ajvide Lindqvist
Espasa



Los zombies están de moda. Quizás este hecho esté relacionado con el cauteloso retorno de la moda hippy (no sé, siempre me he imaginado a los zombies vestidos con pantalones de pata de elefante y peinado afro), aunque, por otro lado, un autor atento a las historias que puedan surgir a su alrededor, nunca podrá sustraerse completamente a la tentación de escribir sobre ellos cuando se los encuentra cada lunes por la mañana en la oficina, incluso a mi me entran ganas al observar a algunos compañeros. En fin, el retorno de los zombies siempre es una buena noticia, particularmente para los que pasamos miedo de verdad con las cosas del terror y en general preferimos la cola descafeinada; a su favor juega que el fenómeno resulta completamente inverosímil -frente a la consistencia real de los asesinos, el regreso de los muertos es totalmente insensata-, que con ese aspecto de muppets en baja forma, estéticamente dan más asco que susto y que, además, siempre nos dejan margen para la huída. A mí, supremo caguica entre los cagones, los encuentro de lo más simpáticos y los prefiero principalmente por una razón incontrovertible, lo más cercano a los redivivos que buscan carne humana para alimentarse son los caníbales y éstos sí que representan la punta de lanza del terror más pavoroso y escalofriante, así que mientras funcione la moda zombie, bienvenida sea, los cobardes del mundo nos libramos del regreso de la insoportable moda caníbal.

Además de simpatía, también me han despertado generalmente un cálido sentimiento de ternura, incluso confieso haberme sentido aliviado en muchas ocasiones cuando se dan un festín con algún patoso rezagado. Claramente, esta afabilidad que siento tiene origen en la inocencia infantil de los zombies, que al igual que con sus primos hermanos los fantasmas, tampoco han escogido despertar del sueño de los justos para no sacar provecho alguno, y de la terrible injusticia que supone además para los vivos asistir a la traumática escena de ver a sus seres más queridos convertidos en zombies y, lo que todavía es peor, vestidos y peinados a la moda de los años 60-70. Esta misma ternura parece que es la que ha espoleado a John Ajvide Lindqvist, el autor de esa extraordinaria novela de vampiros que fue Déjame entrar, a narrar una historia centrada de nuevo en esos sentimientos de desencuentro que, a la postre, mediatizan todas las relaciones humanas.

Descansa en paz, publicada por Espasa con papel de calidad de edición de bolsillo y lamentable ilustración de portada, no va a representar la cumbre de la carrera narrativa de su autor, pero sí un peldaño más en la construcción de un universo personal que va camino de sumarse a los de las más ilustres plumas de la narrativa de terror. En Descansa en paz JA Lindqvist repite ese formato de historias cruzadas que ya domina a la perfección: la de un cómico que en el mismo día en que se enfrenta a la noticia de la muerte de su amada esposa, presencia su despertar en la camilla de un hospital, la de una anciana ferviente católica que, junto con su nieta, tiene que hacer frente a su detestable marido, al que creía ya fallecido y, finalmente, la más terrible, la de una mujer que en connivencia con su padre esconde a su hijo, que literalmente ha regresado de la tumba. La historia se inicia con un extraño episodio de cefaleas que afecta a todos los habitantes de Estocolmo un día en el que la ciudad se abrasa de calor, en el punto culminante todos los aparatos eléctricos dejan de funcionar normalmente. A partir de este momento, que cesa tan súbitamente como se ha iniciado, todos los muertos recientes regresan a la vida y tratan por todos los medios de llegar a su casa. Lo que viene de seguido se intuye fácilmente; los ciudadanos se encierran aterrorizados en sus casas mientras el gobierno activa todos los servicios sanitarios y de seguridad disponibles para restablecer la situación de Alerta Nacional declarada en toda Suecia. A los redivivos se les encierra inicialmente en un gran hospital para su estudio y, tras confirmar que son inofensivos, en un centro ad hoc en las afueras de Estocolmo. El grueso del argumento, como ya os he comentado, lo componen las tres historias familiares; el efecto emocional y las distintas reacciones que causa el regreso de los muertos entre sus allegados. Lógicamente las historias personales se ligan entre si mediante el relato de superficie que traspasa toda la novela, y que trata de esclarecer aquellos enigmas que encierran estos sorprendentes acontecimientos. Todas las historias convergen y se cierran convincentemente en los últimos capítulos del libro dejando un redondo regusto de obra completada con oficio.

Nos encontramos pues ante otra vuelta de tuerca en el imaginario de JA Lindqvist: para aquellos de vosotros que leísteis y disfrutasteis Déjame entrar, su nueva novela se actualiza con un cambio en la forma, pero no en el fondo -a las pocas líneas os reencontraréis en un conocido entorno familiar en el que repantigaros y pasarlo bien relajadamente, como en casa vamos-. El autor reedita una fórmula de éxito que, si no cansa, es porque funciona perfectamente y a la que no le faltan argumentos: tiene tensión, nervio y escenas tremendas, los personajes, por muy muertos que estén, son de carne y hueso, orgánicos y veraces, y aunque el género de los zombies esté más que trillado JA Lindqvist llena su libro con un torrente de buenas ideas. Definitivamente, las mismas virtudes que ya destacamos en Déjame entrar. En una reciente entrevista JA Lindqvist confesó estar preparando una novela de fantasmas, uno de mis temas favoritos. Habiendo visto su trayectoria profesional, quizás busque aplicar a cada subgénero dentro del terror esta efectiva fórmula, y machacarla hasta que deje de funcionar. Bueno, tampoco me parece mal, otros están triunfando con una sola idea, y JA Lindqvist tiene sacos llenos de ellas.

Si bien es verdad que se trata de una obra inferior a Déjame entrar, que hasta la fecha supone el momento cumbre de su narrativa, Descansa en paz le pisa los talones, va a convencer a sus nuevos lectores y a gustar a los ya convencidos. Narrativa de calidad, talento y mejores ideas son las fuentes que nutren al mejor autor de terror del momento.

Finalmente, todavía quedan tres libros por traducir al castellano de JA lindqvist, además del que tiene entre manos, así que tenemos terror sueco del bueno para rato. ¡Enhorabuena!




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