17 nov 2007

En la Posada del Almirante Benbow


Haciendo una clasificación bien somera, de esas que no resisten más que el escrutinio bondadoso de los buenos amigos, los más cercanos y por tanto considerados, me atrevo a sostener que la mayoría de los libros que pasan y han pasado por mis manos pueden fácilmente caber en una de las siguientes cuatro categorías jerárquicas. Empezando por abajo, por los más humildes, como es de buen tono: están primero los que se me caen de las manos y enseguida olvido, a continuación aquellos que pasan de una mano a la otra sin dejar huella, vienen entonces los que me hacen algo de mella, aunque sea con poca pirotecnia y más bien discretamente, y ya en el escalafón más alto aquellos que de verdad me impresionan. Estos últimos los distingo además porque me provocan una emoción incontenible y novedosa, la de querer ser un escritor. Felizmente, la sensatez se impone al poco y abandono la idea sin grandes aspavientos. Sin embargo, sucede que muy ocasionalmente me encuentro con piezas exquisitas, con delicias perfectas y redondas, que truecan esa emoción por otra todavía más poderosa, la de querer ser un lector. Cuando esto sucede, sé que estoy frente a un libro del que ya no voy a desprenderme jamás y que el tiempo que ocupe con él conformará un momento significativo en mi biografía. Está de más decir que, como todo afamado lector, soy incapaz de narrarme mi vida sin abrevar en cada uno de los libros que me han hecho querer ser un lector. El impacto de cada uno de estos libros me ha modelado y moldeado hasta el presente; si bien esta visión poética acerca de la formación de mi identidad no resistiría el más leve escrutinio racional, opino que no hay identidad sino identidades (no hay monolito sino más bien una nube gaseosa de límites difusos), sí que me ayuda a construir la necesaria narración que hago de mi biografía, y con la que me manejo por esos mundos de Dios con una cierta soltura. Es más, en general pienso que realmente los libros que me hacen querer ser un lector tienen no tanto la capacidad de forjarme como la de ser boyas luminosas en medio de un brumoso páramo. Mirando atrás, en cierta manera, al pensar en ellos siento que se me reproduce aquella sensación que tenía de niño cuando en mitad del juego del pilla-pilla me paraba en uno de esos puntos que habíamos determinado como casa, donde uno se encontraba a salvo y no le podían pillar, un remanso para tomar resuello y pensar en la próxima jugada. Eso es justamente, cuando pienso en cada uno de esos libros que me han hecho querer ser un lector, siento que en ellos y con ellos me encuentro a salvo.

Todo esto viene a cuento de presentarme ante todos vosotros. Dr. Karloff ha tenido la gentileza de proponerme que colabore en su blog con propuestas de libros y otros cachivaches, y yo he aceptado bien gustoso, si bien adelanto que sólo podré hacerlo de tanto en cuanto. Mi propuesta consistirá en recomendaros algunos de estos libros que me han hecho querer ser un lector, sin la menor voluntad de adoptar la condición de Cicerone o de gurú, pero sí con una pequeña ambición, la de despertar vuestra curiosidad. No descarto tampoco poner a parir de vez en cuando algún texto. Para ello haré propuestas de lectura sin una periodicidad fija, prefiero dejarme llevar sin trabas por las apetencias que me surjan espontáneamente, que a fin de cuentas es lo que hago siempre y me va funcionando. En fin, os emplazo a la siguiente entrada no sin antes haceros una pequeña confesión y una promesa: confieso no ser un gran lector del género fantástico y de ciencia ficción, conste que lo digo con la boca bien pequeña, y prometo que a pesar de ello me esforzaré en ajustarme a ese guión. Por supuesto voy a dirigir la mirada principalmente a las novedades editoriales y tampoco desestimo dejaros mis impresiones ocasionales sobre cine y otros medios, aunque bien humildemente. Veremos adonde me lleva este viaje, seguro que al lugar más insospechado.


El nombre que he tomado prestado, Almirante Benbow, ilustre donde pocos, y cuyo origen ya conoceréis la mayoría de vosotros, alude a la posada en la que se suceden varios episodios maravillosos de La Isla del Tesoro y que es, a su vez, lugar de encuentro y cruce de historias de los piratas más bravos y ojituertos. Confío en mantener su espíritu bien vivo y su prestigio intacto. ¡Salud!

1 comentario:

  1. Al fin ha llegado!
    Por su dominio de la lengua escrita, se nota que lee y será nuestro especialista en literatura y demás soporte escrito (doy fe de su gran conocimiento sobre el tema). Además, claro está, dejará los comentarios de películas del ramo que él decida (como todos los de vosotros que querais).
    Salud Almirante y bienvenido a bordo!

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