Naoki Urasawa
20th Century Boys y 21st Century Boys
Planeta deAgostini
La penitencia que me he impuesto, realmente muy disfrutada, por no haber llevado a buen puerto la promesa de reseñar una muestra ordinaria de lo que se está publicando actualmente en manga (hasta la víspera del Salón del Manga de Barcelona, que está al caer), ha consistido en zamparme -por la misma vía del constreñimiento a que someten las ocas los productores de foie-gras y micuit- los 22 volúmenes de la famosa serie de Naoki Urasawa 20th Century Boys. Como postre cayeron también los 2 volúmenes extras de la colección titulados 21st Century Boys. ¡Burp! Perdón…
La publicación en España de esta colección se la debemos a Planeta DeAgostini, que ya nos trajo del mismo autor la otrora archifamosa Monster, y se atiene al clásico formato manga de bolsillo, blandito y de endeble engomado en el lomo cuyas páginas se mantendrán dignamente en su posición original lo que duran seis viajes en metro con trasbordo, ni más ni menos. 7,95 euros la unidad; la colección sale por un pico, vaya que sí. Por lo demás, tampoco vamos a cebarnos ahora con la editorial, la impresión es digna y la traducción meritoria, bravo por ello.
Pero vayamos ya a exprimir el limón. Naoki Urasawa repite experiencia con el formato de obra coral de descomunal ambición, multitud de personajes, variedad de ambientes y una extensión en el tiempo de poco más de 50 años, ahí es poco. La sinopsis viene a ser como sigue: en el Japón de los primeros 70 del siglo XX un grupo de chavales fantasea con liberar al mundo de una organización sectaria de asesinos que quiere hacerse con el mando del planeta e imponer un régimen político sin libertades ni derechos donde la disidencia se castigue con la muerte y el pensamiento esté sometido a la consigna del partido (basta con echar un vistazo a lo que viene sucediendo en Corea del Norte para cerciorarse de lo plausible de la propuesta). Los chicos, jugando con esta idea, la dejan escrita y dibujada en una libreta que, con el tiempo, terminará extraviada y olvidada. 30 años más tarde lo que fue un juego deviene en realidad y, por una aparente suma de azares, implicará al grupo de amigos que se reunirá para impedir que la organización criminal que imaginaron se adueñe del planeta y lo someta a una espantosa esclavitud. Esto, de una forma muy somera, es el hilo argumental, aunque las historias que realmente ocurren aquí dentro son muchísimas.
A lo largo de los 22 capítulos de la colección se alternan, a modo de flashbacks, los episodios ambientados cuando los protagonistas eran niños y aquellos en la actualidad, cuando ya son adultos, ligando los recuerdos de la infancia con el devenir de la historia presente como cemento armazón de la historia. Los amigos tendrán que rememorar su niñez para superar su terrible presente y, de esta forma, reencontrarse con los sueños idealizados que imaginaron entonces confrontándolos con lo que efectivamente han cosechado en la vida. De la segura decepción, obtendrán la fuerza necesaria para afrontar el nuevo desafío y, como una segunda oportunidad, alcanzar la condición utópica que ensoñaron. Se trata entonces de la forja de un héroe, principalmente personalizada en Kenji, el líder del grupo, quien con sus treinta y pico años ha abandonado ya todos sus sueños de juventud y cobrevive como encargado de un supermercado que hace aguas por todos lados. En cierta manera, es el advenimiento del mal el que permite a nuestros protagonistas retomar su destino heroico. Aunque muchos caerán por el camino.
Naoki Urasawa hila con maestría una historia intrigante y adictiva llena de crescendos que te mantienen con el ojo pegado a la página hasta bien entrada la noche. Los personajes están llenos de humanidad, flaquean y a menudo se resignan, pero finalmente persisten en su lucha gracias a la amistad retomada y al efecto que esta tiene para significar y dar sentido a la vida de las personas. Es así un elogio de la amistad. Cada uno de los protagonistas se ha conformado además con una realidad triste y gris hasta que se ha decidido ha tomar las riendas de su vida y se ha negado a dejarse embaucar por los cantos de sirena del rebaño de borregos en el que vive. Es así también un canto a la individualidad, a la personalidad y al poder de todo hombre para cambiar su vida e, incluso, para modificar el devenir de la historia de la humanidad. Es además, y aquí ya termino, para no alargarme excesivamente con las muchas virtudes de este manga, una magnífica historia amor filial y de desinteresada dedicación al prójimo.
Con motivo de otra reseña, hace unos meses, hablé de las distopías, del futuro apocalíptico al que nos aboca la hipertecnificada sociedad en la que vivimos, pero en esta ocasión Naoki Urasawa nos incita a que no nos abandonemos impotentes a un devenir que parece inexorable, sino que nos liberemos reafirmando aquello que más nos significa, nuestra humanidad. Y lo hace de la mejor manera de que dispone un mangaka, con una historia apasionante llena, a partes iguales, de intriga, pasión y diversión. Si sois de los que os mordéis las uñas la víspera de un examen, haced un buen acopio de antiséptico y algodón antes de hincarle el colmillo a 20th Century Boys, porque los vais a necesitar.
La publicación en España de esta colección se la debemos a Planeta DeAgostini, que ya nos trajo del mismo autor la otrora archifamosa Monster, y se atiene al clásico formato manga de bolsillo, blandito y de endeble engomado en el lomo cuyas páginas se mantendrán dignamente en su posición original lo que duran seis viajes en metro con trasbordo, ni más ni menos. 7,95 euros la unidad; la colección sale por un pico, vaya que sí. Por lo demás, tampoco vamos a cebarnos ahora con la editorial, la impresión es digna y la traducción meritoria, bravo por ello.
Pero vayamos ya a exprimir el limón. Naoki Urasawa repite experiencia con el formato de obra coral de descomunal ambición, multitud de personajes, variedad de ambientes y una extensión en el tiempo de poco más de 50 años, ahí es poco. La sinopsis viene a ser como sigue: en el Japón de los primeros 70 del siglo XX un grupo de chavales fantasea con liberar al mundo de una organización sectaria de asesinos que quiere hacerse con el mando del planeta e imponer un régimen político sin libertades ni derechos donde la disidencia se castigue con la muerte y el pensamiento esté sometido a la consigna del partido (basta con echar un vistazo a lo que viene sucediendo en Corea del Norte para cerciorarse de lo plausible de la propuesta). Los chicos, jugando con esta idea, la dejan escrita y dibujada en una libreta que, con el tiempo, terminará extraviada y olvidada. 30 años más tarde lo que fue un juego deviene en realidad y, por una aparente suma de azares, implicará al grupo de amigos que se reunirá para impedir que la organización criminal que imaginaron se adueñe del planeta y lo someta a una espantosa esclavitud. Esto, de una forma muy somera, es el hilo argumental, aunque las historias que realmente ocurren aquí dentro son muchísimas.
A lo largo de los 22 capítulos de la colección se alternan, a modo de flashbacks, los episodios ambientados cuando los protagonistas eran niños y aquellos en la actualidad, cuando ya son adultos, ligando los recuerdos de la infancia con el devenir de la historia presente como cemento armazón de la historia. Los amigos tendrán que rememorar su niñez para superar su terrible presente y, de esta forma, reencontrarse con los sueños idealizados que imaginaron entonces confrontándolos con lo que efectivamente han cosechado en la vida. De la segura decepción, obtendrán la fuerza necesaria para afrontar el nuevo desafío y, como una segunda oportunidad, alcanzar la condición utópica que ensoñaron. Se trata entonces de la forja de un héroe, principalmente personalizada en Kenji, el líder del grupo, quien con sus treinta y pico años ha abandonado ya todos sus sueños de juventud y cobrevive como encargado de un supermercado que hace aguas por todos lados. En cierta manera, es el advenimiento del mal el que permite a nuestros protagonistas retomar su destino heroico. Aunque muchos caerán por el camino.
Naoki Urasawa hila con maestría una historia intrigante y adictiva llena de crescendos que te mantienen con el ojo pegado a la página hasta bien entrada la noche. Los personajes están llenos de humanidad, flaquean y a menudo se resignan, pero finalmente persisten en su lucha gracias a la amistad retomada y al efecto que esta tiene para significar y dar sentido a la vida de las personas. Es así un elogio de la amistad. Cada uno de los protagonistas se ha conformado además con una realidad triste y gris hasta que se ha decidido ha tomar las riendas de su vida y se ha negado a dejarse embaucar por los cantos de sirena del rebaño de borregos en el que vive. Es así también un canto a la individualidad, a la personalidad y al poder de todo hombre para cambiar su vida e, incluso, para modificar el devenir de la historia de la humanidad. Es además, y aquí ya termino, para no alargarme excesivamente con las muchas virtudes de este manga, una magnífica historia amor filial y de desinteresada dedicación al prójimo.
Con motivo de otra reseña, hace unos meses, hablé de las distopías, del futuro apocalíptico al que nos aboca la hipertecnificada sociedad en la que vivimos, pero en esta ocasión Naoki Urasawa nos incita a que no nos abandonemos impotentes a un devenir que parece inexorable, sino que nos liberemos reafirmando aquello que más nos significa, nuestra humanidad. Y lo hace de la mejor manera de que dispone un mangaka, con una historia apasionante llena, a partes iguales, de intriga, pasión y diversión. Si sois de los que os mordéis las uñas la víspera de un examen, haced un buen acopio de antiséptico y algodón antes de hincarle el colmillo a 20th Century Boys, porque los vais a necesitar.
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